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Geografía económica

n el aspecto económico, el país ha sido tradicionalmente pobre, a pesar de que posee una amplia variedad de recursos naturales: en la cuenca del río Emba y al sur del cabo de Mangkalihat hay importantes reservas de hidrocarburos; en las proximidades de los Urales y en la meseta del Kazakistán se han descubierto yacimientos de hierro; en las cuencas del Karaganda y del Ekibastuz abunda el carbón, y al norte del lago Balkach se extrae el cobre.

La gran riqueza del subsuelo determinó que en el pasado, el 90 % de las reservas de cromo de la antigua U.R.S.S. provinieran de Kazakistán, así como el 50 % de las de plomo, tungsteno, cobre y zinc. Pese a que la agricultura ha estado condicionada siempre por la falta de agua, el país es un gran exportador de productos de la tierra, los cuales representaban en 1991 más de un tercio del producto nacional bruto: cereales, lana y carne. Para hacer frente al problema del agua, el Gobierno soviético puso en marcha un programa oficial de colonización de las «tierras vírgenes», que significó entre 1945 y 1960 la roturación de más de 25 millones de hectáreas, pero que a la vez supuso un alto coste ecológico. También se llevaron a cabo obras de regadío, como el canal del Irtish a Dzêskazgan, y se hicieron inversiones en comunicaciones, con la construcción de una red de ferrocarriles.

Pero no siempre se alcanzaron los objetivos, y la economía planificada desde Moscú no permitió la creación de industrias transformadoras, excepto la instalación de las factorías de Mangkalihat o las industrias mecánicas y alimentarias de la región de Karatau. Por su parte, la industria nuclear causó graves problemas de salud en la población, y la radiación ocasionada por las pruebas del polígono nuclear de Semipalatinsk llegó hasta tal punto que en agosto de 1991 fue ordenado su cierre.

Historia

Descendientes de las tribus mongoles y turcas que se asentaron al sur del Cáucaso alrededor del siglo V a C, los kazakos se diferenciaron como grupo étnico y ya en el siglo XV de nuestra era formaron una gran confederación tribal conocida como la Horda Kazaka. Después de su disolución, en el siglo XVII, los miembros de esta etnia se dividieron en diversos grupos nómadas comandados por varios kanes --o señores-- rivales, y una centuria después, como resultado de las invasiones de los mongoles, cayeron bajo la protección del zar de Rusia.

El Imperio ruso mantuvo un férreo control en la zona destituyendo a los kanes de las hordas y, tras la abolición de la servidumbre en Rusia, en 1861, dio comienzo una política de colonización del territorio. Numerosos campesinos rusos y ucranianos fueron llegando como inmigrantes y recibieron las tierras confiscadas a los kanes, lo que suscitó un hondo resentimiento entre la población autóctona. Éste se sumó al antiguo odio al poder ruso hasta desembocar en la gran rebelión de 1916, que fue brutalmente reprimida con un saldo de más de 150 000 víctimas. Al año siguiente, con el estallido de la Revolución rusa se desató una guerra civil entre los kazakos, que duró tres años. Al final de la misma, las fuerzas bolcheviques terminaron por imponerse al Ejército Blanco, conducido por Denikin, y a los nacionalistas kazakos que respondían al partido Horda Alash. El proceso culminó el 26 de agosto de 1920, con la instauración de la República Autónoma Socialista Soviética de Kirguistán o Kirguizia (nombre dado por los rusos a los kazakos para distinguirlos de los cosacos), como parte integrante de la Federación Rusa. Esta situación se mantuvo hasta 1936, cuando el territorio adquirió el rango de República Socialista Soviética de Kazakistán.

Durante el dilatado período en que formó parte de la U.R.S.S., el territorio fue objeto de importantes inversiones en infraestructura, que redundaron en la acelerada industrialización de algunas regiones. Sin embargo, las consecuencias de la campaña de colectivización de la agricultura, desatada por el estalinismo a principios de los años treinta, afectaron gravemente al país. Lo mismo sucedió con la política de asentamiento forzoso de los pueblos nómadas, impuesta mediante una severa represión. Se calcula que las víctimas de la misma, sumadas a las muertes por hambre en esas fechas, superan el millón de personas. Después de la Segunda Guerra Mundial, el país fue escenario de las masivas deportaciones de alemanes, tártaros de Crimea y otros pueblos caucásicos, que vinieron a sumarse a la fuerte inmigración rusa. Posteriormente, con Nikita Kruschev se impulsó la transformación de grandes zonas desérticas en tierras cultivables, merced al plan de colonización de las «tierras vírgenes».

A mediados de la década de 1980, la llegada de Mijail Gorbachov al poder tuvo grandes repercusiones en el país: su campaña contra la corrupción se tradujo en la destitución de los principales aliados del poder soviético, como los corruptos burócratas locales, incondicionales de Leonid Bre7nev, y su reemplazo por una nueva generación de dirigentes. Así, en diciembre de 1986, el político Gennadi Kolbin, de origen ruso, fue designado secretario del Partido Comunista de Kazakistán en sustitución del corrompido aunque popular D. Kunayev, de origen kazako. El cambio provocó las iras de población autóctona, por lo que más de 3 000 personas salieron a las calles de Alma-Ata para manifestarse contra Kolbin, siendo duramente reprimidas por la policía. A medida que la perestroika defendida por Gorbachov se extendía a mayores esferas de actividad, los problemas lingüísticos y medioambientales empezaron a ser discutidos por capas cada vez más amplias de población.

Las luchas de los grupos nacionalistas lograron que el kazako se incluyera en los planes de estudio obligatorios y finalmente, en 1989, consiguieron que fuera designado idioma oficial, relegando al ruso al papel de vehículo de comunicación interétnico. Estas medidas provocaron la fuerte resistencia de los residentes de origen eslavo y dieron lugar a repetidos enfrentamientos entre rusófonos y kazakos. La rama local de la organización nacionalista rusa Yedinstvo comenzó por su parte a presionar para que las regiones septentrionales del territorio fueran anexionadas a la Federación Rusa. En medio de tales conflictos Kolbin fue trasladado a Moscú y en su lugar fue designado el kazako Nursultán Nazarbayev, un ardiente defensor de Gorbachov que no tardó en erigirse en líder indiscutido del país. En diciembre de 1991, fecha en que el país declaró su total independencia de la U.R.S.S., Nazarbayev fue confirmado en el cargo de presidente por sufragio universal y, pese a su pasado comunista, desde entonces se afianzó como el verdadero hombre fuerte de las repúblicas musulmanas del ex imperio soviético.

En marzo de 1994 se celebraron elecciones al parlamento bajo el signo del dominante presidencialismo de Nazarbayev: de los 177 escaños del parlamento 42 eran de designación directa por parte del presidente. Pese a que más del 60 % de los diputados electos estaban dentro de su órbita, el presidente disolvió la cámara en marzo de 1995 por la oposición de la mayoría a las reformas planteadas desde la jefatura del estado. En estas circunstancias, Olzhás Suléimenov, que dirige el movimiento ecologista Nevada-Semipalatinsk y el Partido el Congreso Popular, se consolidó como el opositor más relevante a Nazarbayev. La política de colaboración económica con Rusia garantiza la subsistencia del país, si bien su riqueza en materias primas proporciona a Kazakistán la posibilidad de mantener una cierta independencia frente a Moscú. El éxodo de rusos no dejó de aumentar en 1994; a pesar de la política oficial partidaria de la integración de las dos comunidades más de un millón de rusos abandonaron Kazakistán entre 1991 y 1994.

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